EL CÓDIGO DE VOYNICH

Presentación Manuscrito-2 Manuscrito

En el siguiente link verán todas las hojas de este manuscrito.  A cada hoja denle click y se les va a ampliar para que vean con detalle las letras:

https://ia600305.us.archive.org/6/items/TheVoynichManuscript/Voynich_Manuscript.pdf

Hoja-9 Hoja-5

La siguiente información, la he ido recopilando y modificando de diferentes informes publicados en periódicos, revistas, internet, etc.  a lo largo de unos 15 años, porque me ha interesado mucho, la razón específica de ese interés realmente la desconozco, podría ser un reto personal. He sacado mis propias conclusiones y observándolo continuamente sin entender absolutamente nada como todos los científicos que lo han estudiado y supongo lo siguen estudiando. De todas formas, he de reconocer que la historia de ese manuscrito es mucho más interesante que la información que pudiera contener mi santo blog, pues es un tema bastante interesante y “picoso” que no sólo le gustará a quien busca adquirir más conocimientos, sino a todo aquel que le llame la atención tratar de encontrar alguna respuesta en este manuscrito.

En la Librería Beinecke, de la Universidad de Yale, se puede encontrar uno de los  misterios más interesante y desafiante que la Historia nos haya dejado. Se trata de un manuscrito, donado en 1969 por H.P Kraus, que en 1912 había sido adquirido por Wilfrid M. Voynich, librero anticuario norteamericano, en un seminario jesuita en Frascati, en Villa Mondragone, cerca de Roma. Sus orígenes y autor son inciertos, aunque junto al texto se halló una carta fechada el 19 de agosto de 1666, de Johannes Marcus Marci, rector de la Universidad de Praga, dirigida a Athanasius Kircher, un erudito jesuita. Según dicha carta el manuscrito era obra del científico Roger Bacon, uno de los personajes del siglo  XIII con un pensamiento científico más avanzado.

El manuscrito Voynich es un misterioso libro ilustrado con coloridos dibujos y anotaciones manuscritas en clave secreta. Consta de 204 páginas, de 15 a 23 centímetros en octavo, aunque se cree que originalmente tuviera alrededor de 300 páginas y que se perdieron 28.  El contenido es totalmente desconocido; en el 2009, los investigadores de la Universidad de Arizona realizaron algunos estudios y de acuerdo a pruebas de carbono 14 y una fiabilidad del 9%, aseguraron que el pergamino podía datarse entre 1404 y 1438 y hasta hace muy poco, el volumen estaba fechado en algún momento entre 1450 y 1520. Parece mentira, pero es prácticamente lo único que se sabe a ciencia cierta.  Con ello, por lo menos, se eliminó al escritor Roger Bacon de la lista de posibles autores, porque vivió en el siglo XIII, y a quien desde el siglo XVII,  se le atribuía su autoría.

Se dice, que el nombre del manuscrito se debe al  especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich,  quien lo adquirió en 1912.  Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

El problema es que sigue sin haber un candidato para atribuirle la autoría. Si data del siglo XV también hay que desechar a Voynich como posible autor (otra teoría que tampoco ha tenido nunca muchos adeptos). Por cierto, ninguno de los candidatos que se han manejado hasta ahora había nacido cuando se escribió supuestamente el libro o nacieron demasiado tiempo después

A pesar de los múltiples esfuerzos que se han llevado a cabo por eruditos en la materia a lo largo de los siglos, no se sabe siquiera, cuál fue la intención original del autor, constituye en sí mismo todo un enigma y que hasta la fecha nadie ha logrado descifrarlo. Ni tan solo identificar al autor; o el alfabeto utilizado, se pudiera decir que no hay texto qué descifrar y hasta quizás no es siquiera un lenguaje;  podría estar escrito en un idioma creado ex profeso, no tener ningún sentido, y ocultar un mensaje en un código misterioso. Aún así, se dice que el texto está redactado en un lenguaje concreto, que se basa en alguna lengua natural que pudo ser inventada por el autor. Sin embargo, a este idioma, se le denominó voynichés; por otro lado, el Instituto McCrone Research de Chicago, Ill, demostró que la tinta fue aplicada no mucho después, confirmando así que el manuscrito es un auténtico documento medieval.

El libro contiene imágenes y textos, y está dividido en seis secciones que hablan (o parecen hablar) de biología, astronomía, hierbas y profusamente ilustrado con imágenes de mujeres desnudas. – Lo que lo hace tan extraño no es que no diga nada, sino que parece querer decir algo –   Algo muy peculiar, es que carece de puntuación y está escrito de un tirón, sin tachones, y con una apariencia de idioma auténtico que no deja de sorprender. Si fue simplemente una broma, pues sí que se tomó su “tiempecito”.

A lo largo desde el conocimiento de su existencia,  el manuscrito ha sido objeto de varios estudios por parte de numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas americanos y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno logró descifrar tan solo una palabra.  Esta repetición de fracasos, ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero a la vez ha alimentado la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño o una estafa, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.  Es más, ni siquiera se puede decir que haya un texto que descifrar y quizás no es ni un lenguaje. Podría estar escrito en un idioma creado ex profeso, no tener ningún sentido, ocultar un mensaje en un código misterioso.   Si no sabemos nada sobre el origen del autor, mucho menos se podrá descifrar el contenido, porque podría ser también un idioma imaginario, pero con una innegable lógica interna con un alfabeto inventado para ser trascrito a una lengua desconocida.

Me hace pensar, cuando me profundizo en el escrito, si no estaría loca la persona, pero luego me contradigo, porque tiene muy firmes sus trazos, indicando todo lo contrario, como que era una persona muy perfeccionista, muy limpia, nunca hizo tachones, muy centrada, muy tranquila, porque ni un trazo se ve chueco, debe haber sido muy inteligente y sí que fue constante. Dicen que la letra habla mucho de la persona y en todo lo que yo he leído sobre este manuscrito, jamás he leído algo al respecto sobre la personalidad del o la escritora, porque como vivimos en un mundo machista, y más en la antigüedad, ¿por qué no pudo ser una mujer? Los trazos, bien pudieron ser también de una mujer; tantos dibujos de flores y plantas y hasta las mujeres desnudas, a mi me dice que fue una mujer, pero es sólo mi personal opinión y ¿por qué no? puede ser como todo lo que se ha dicho sobre este manuscrito.

Otra cosa que me he preguntado, es sobre las condiciones que se encontraba la persona que lo escribió. Podría haber estado enclaustrada en algún lugar por un tiempo prolongado que la hizo escribir ese lenguaje secreto para que en algún momento en su futuro cercano, la pudieran rescatar. ¿Por qué tuvo tanto tiempo para escribirlo tan minuciosamente, con tanto cuidado marcando las letras, los espacios y los renglones con rasgos perfectamente estilizados?

El Dr. Leonell Strong “consiguió” descifrarlo en 1945 con un “doble método inverso de progresión aritmética basada en un alfabeto múltiple”, una técnica que aún hoy nadie sabe exactamente en qué consiste aunque su origen esté claro: “se la sacó de la manga” (hacer una cosa de manera improvisada y sin mucho fundamento)

Un tal John Stojko aseguró en 1978,  que era un texto ucraniano encriptado tras quitarle las vocales. Años después la investigadora Edith Sherwood atribuyó su autoría a Da Vinci. Hipótesis como éstas hay miles para aburrir, pero ninguna supera la “prueba del algodón” (que una cosa, objeto es tan limpio que ni con algodón se recoge polvo)

Un hombre llamado William R. Newbold, decano de la Universidad de Pensilvania y condecorado tras la I Guerra Mundial por su talento para descifrar códigos enemigos, murió loco en 1926 tras una obsesiva búsqueda de una solución. (Espero no caer  en una obsesión de este tipo).

Sobre el lugar en que pudo haberse escrito, existen muy pocas pistas. En una de sus ilustraciones aparece una ciudad amurallada, y son sus almenas dibujadas las que aportan una orientación. Su forma es la de las almenas llamadas de cola de golondrina, un estilo estético que, más tarde, en el Renacimiento, se popularizó por toda Europa, pero que en el momento en que se supone que se elaboró el manuscrito, según los últimos estudios de la Universidad de Arizona, solo se podía encontrar en el norte de Italia, quizá en la amplia región entre Milán y Venecia, pero según estudios publicados a principios del 2014, por el botánico Arthur Tucker de la Universidad Estatal de Delaware, el origen del manuscrito podría ser mesoamericano. Esta teoría se basa en la similitud de algunas plantas ilustradas en el manuscrito con sus contrapartes americanas y en el hecho de que el estilo con el que están realizadas dichas ilustraciones concuerda con el estilo usado en ilustraciones botánicas del siglo XVI en México.

A día de hoy, la teoría más probable es que el voynichés no sea un idioma, ni un código, ni nada de nada. Una hipótesis más segura es que no tiene sentido alguno, que son ‘letras’ inventadas puestas una detrás de otra, aunque siguiendo algún tipo de lógica interna. Esto fue asegurado  por Gordon Rugg desde el 2004, es hoy la que tiene más papeletas para ser la correcta, lo que no quiere decir que lo sea verdadero. En otras palabras, ¡nadie sabe nada de nada!  Seguirán pasando los siglos y tal vez aún no nace el que lo pueda descifrar o si nació antes, nunca se enteró de este manuscrito, y ¿entonces…?

Alguien que sabía escribir pudo inventarse todo un libro, casi medio siglo antes de que apareciera la imprenta, sin que se sepa el motivo (quizás para hacerlo pasar por auténtico). El manuscrito Voynich es, sin duda, uno de esos misterios que la Ciencia no puede resolver (en sentido literal) y que tanto gusta a los misteriodistas.  Pero sus desvaríos sobre un posible origen extraterrestres, una cultura desconocida o un libro inspirado desde el “más allá”  no han aportado nada. El Carbono 14 en cambio sí. Quizás ha sido un pequeño paso, pero nos ha acercado más a la solución, que todos estos rollos anteriores.

El descubrimiento no excluye, en cambio, a John Dee, el mítico mago y científico (cuando ambas cosas eran sinónimo) del siglo XVI y a su ayudante y amigo Edward Kelly, que decían comunicarse con los espíritus en su propio idioma. ¿Está escrito el manuscrito en enoquiano? No parece el caso. Intentar buscar un autor más allá de principios del siglo XV no tiene ningún sentido, así que el análisis invita a desechar la mejor, de las teorías posibles: que Dee y Kelly lo crearon para estafar al nieto de Carlos I, Rodolfo II de Bohemia.   Esto tuvo que ocurrir a mediados del XVI, pero es difícil de creer que las páginas pudieran estar casi un siglo esperando que alguien las escribiera (se cree que fue redactado durante la primera mitad del XV). Estas y miles de otras teorías nos seguiremos encontrando relacionados con este maravilloso libro, que parece no tener fin.

Sigo leyendo y en alguna forma investigando sobre este increíble manuscrito, espero no terminar loca, porque parece tan infinito e indescifrable como el mismo misterio de nuestro universo, pero no deja de ser un tema bastante excitante como para dejarlo tirado en un rincón.

Autor entrada: spirita

2014.

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